jueves, 29 de noviembre de 2007

NUESTRO QUERIDISIMO MTNEZ COLIN

Tener siempre al Papa en nuestras oraciones
Habla el hermano del Papa
Pbro. José Martínez Colín


1) Para saber

Hace días el hermano del Papa, Monseñor Georg Ratzinger, concedió una interesante entrevista en donde decía que el modo más útil de ayudar a su hermano es orar por él. En esta ocasión parece oportuno conocer sus palabras.
Joseph Ratzinger y su hermano Georg fueron ordenados el mismo día, el 29 de junio de 1951. Monseñor Georg explicó que ahora su hermano, tiene sobre sus hombros un grave peso, pero que a pesar de ello tiene la certeza de no estar solo y de sentirse «sostenido por toda la Iglesia, por todos sus hermanos, por todos los fieles».
Siguió diciendo que su hermano «sabe que muchísima gente ora por él y sabe que tiene un ángel de la guarda y también la protección de Dios, que lo eligió para esta tarea».
2) Para pensar
Es grande el poder de la oración y un relato nos puede ayudar a pensar en ello.
En una ocasión un misionero estaba colaborando en un pequeño hospital en África. El tenía que trasladarse a través de la jungla para conseguir medicamentos y dinero que le era enviado desde los Estados Unidos.
En un traslado, encontró a dos hombres que peleaban. Uno de ellos huyó y atendió al otro herido.
Días después, se le acercó aquel hombre que había atendido, quien le dijo: "Vengo a que me perdone. El día que usted me atendió de mis heridas, algunos amigos y yo le seguimos hacia la jungla, y teníamos planeado matarle por su dinero. Pero cuando íbamos a atacarle, vimos que su tienda de campaña estaba rodeada por 16 guardias armados. Nosotros sólo éramos cuatro, así que decidimos retirarnos".
El misionero, riendo, le contestó: "Eso es imposible, siempre viajo solo". El hombre insistió: "No señor, yo no fui el único que los vio. Mis amigos también, y contamos el mismo número de guardias. Estábamos asustados. Por eso no lo atacamos. Cuando regresaba, uno de ellos me atacó como castigo por no haber conseguido nada. Fue cuando nos encontró y vio huir al que me golpeó. Espero que usted me pueda perdonar." El misionero lo perdonó y se quedó pensativo.
Varios meses después, el misionero, ya en Estados Unidos, asistió a una iglesia en Michigan donde contó sus experiencias en África, incluyendo la curiosa historia de los 16 guardias y les dijo el día que sucedió.
Uno de los asistentes de la comunidad, interrumpió al misionero y le dijo algo que dejó a todos los asistentes atónitos. "Nosotros o nuestros ángeles estuvimos ahí con usted en espíritu. En esa fecha yo llegué a la iglesia y sentí la urgencia de orar por usted. La urgencia fue tan grande que llame a otros para que oráramos. Ahora ellos están aquí para atestiguarlo.
Les pidió a todos los que habían orando por él ese día, que se pusieran de pie. Uno a uno lo hizo. El misionero los contó y el número exacto fue de 16 hombres. Toda la comunidad quedó enmudecida y dando gracias a Dios.
3) Para vivir
Confiemos más en el poder de la oración, pues es Dios el que la hace poderosa.
En el tiempo de Adviento que comienza podemos fomentar nuestras oraciones, acudiendo a la intercesión la Santísima Virgen María, rezando especialmente por el Papa como nos lo aconseja su hermano.
(e-mail: padrejosearticulos@gmail.com)

EL ABORTO ES UN CRIMEN SE MIRE COMO SE MIRE...

Las escuchas delataron abortos de fetos de ocho meses en las clínicas Gimedex

Marta Ricart | Barcelona | 28/11/2007 | Actualizada a las 03:31h

Los investigadores de la supuesta trama de abortos ilegales en clínicas del grupo Ginemedex-TCB, destapada en Barcelona, contaron con varias fuentes de información para avanzar a buen paso en sus pesquisas. Los datos facilitados por una antigua empleada allanaron el camino para que la juez instructora autorizara seguimientos a personas e intervenciones telefónicas.

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Las escuchas policiales autorizadas por la juez pusieron al descubierto muchos casos en los que los responsables médicos de estas clínicas aceptaban el encargo de interrumpir embarazos aunque la madre estuviera en avanzado estado de gestación, en algunos casos hasta el octavo mes, según fuentes de la investigación. Las intervenciones telefónicas recogidas en el sumario pueden dividirse en dos grupos: las conversaciones que los principales implicados en la trama realizan entre sí y las que mantienen con las pacientes. Fue durante la audición de estas últimas cuando se descubrieron los preparativos de abortos a fetos de siete y ocho meses.

Las escuchas delatan la existencia de abortos en periodos de gestación tan avanzados, pero el secreto del sumario impide conocer si alguno de los que reúnen estas características fueron los que se practicaron a alguna de la quincena de mujeres que la Guardia Civil y la Guardia Urbana tienen identificadas como participantes en los supuestos delitos. La identidad de alguna de las mujeres se obtuvo gracias a seguimientos y la de otras, por conversaciones telefónicas.

Dichas conversaciones pusieron al descubierto lo que, según los investigadores, era una forma muy descarnada de hablar entre el personal encargado de los abortos. Así, en conversaciones intrascendentes en las que, por ejemplo, se repasaba la jornada laboral del día en cada una de las clínicas investigadas, una persona le dice a otra: "Hoy he hecho cinco rompecocos". Rompecocos es una palabra recurrente en las conversaciones telefónicas intervenidas por el juzgado. Los comunicantes la utilizaban como sinónimo de aborto para hablar entre ellos.

viernes, 23 de noviembre de 2007

CURSO:CRECER EN FAMILIA


Curso: Crecer en Familia
22 de noviembre de 2007
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Tema IV: 2a parte. Familia, sé lo que eres

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Tema IV: 2a parte. Familia, sé lo que eresFuente: Catholic.net

Autor: Tomás Melendo Granados


Es preciso definir el núcleo de la existencia familiar, pues es el punto en el que habremos de incidir para elevar el nivel y la eficacia de las actividades de cualquier familia que aspire a ser lo que por esencia le corresponde. En principio, determinar la sustancia y el objetivo de la institución familiar no parece complejo. Juan Pablo II los ha señalado con insistencia y claridad: «En una perspectiva que además llega a las raíces mismas de la realidad, hay que decir que la esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor. Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor». El amor, por tanto, define y fundamenta la institución familiar; y el amor en su acepción más noble: de amistad o benevolencia. Pero, ¿entre quiénes? EL NÚCLEO PRIMORDIAL Primero los padres Es frecuente que los padres no sientan la necesidad de formarse mejor hasta que alguno de los hijos plantea dificultades que los superan. Acuden entonces al centro educativo para hablar con el preceptor o se inscriben en un curso de orientación familiar. El «problema», por decirlo con dramatismo, es el hijo. Aquí, los cónyuges deben comprender que toda su actividad paterna resultará inútil hasta que, en el seno de la familia, no dirijan su mirada e influjo renovador hacia ellos mismos: son los padres quienes deben cambiar en primer término para provocar un perfeccionamiento en sus hijos. Cualquier progreso en la vida familiar es fruto de una modificación en la vida de los cónyuges, que se implican más, y más decididamente, en el seno del propio hogar. Sin ese radical compromiso, todo resulta inútil. La familia es insustituible para la maduración y existencia de la persona en cada uno de sus niveles de desarrollo: desde la indigencia absoluta del recién concebido, pasando por la inseguridad y las dudas del niño o el adolescente, hasta la aparente firmeza autónoma del adulto, la plenitud del hombre y la mujer, y la fecunda pero frágil riqueza del anciano. Desde este punto de vista, es imprescindible indicar a los padres que la familia es necesaria, no sólo para que sus hijos se perfeccionen; sino también, ¡y antes!, para que ellos —el padre y la madre—se santifiquen como personas (que es el objetivo terminal de cualquier existencia humana, sin cuyo logro no alcanza sentido). La idea de la familia-refugio ha ocupado un papel preeminente en la sociedad occidental desarrollada: el ámbito familiar resultaría indispensable como remedio para la debilidad del ser humano y justo en la proporción en que sus miembros se encuentran necesitados de protección y apoyo. Pero esto, que no carece de verdad, no es lo más serio que puede afirmarse de la familia. El hecho de que el Dios creador del Universo se nos haya revelado como familia, da una certera pista a la hora de ponderar las relaciones entre familia y persona. Si la Trinidad personal de Dios, en quien no falta ninguna perfección, «tiene que» constituirse como familia, queda claro que ésta no deriva de indigencia alguna, sino, al contrario, de la plenitud del ser personal que, por naturaleza, está llamado al don, a la entrega, y requiere un hábitat adecuado para poder ofrendarse. Análogamente, la persona humana está más llamada a entregarse conforme más se plenifica. Por eso, cuanto más perfecta es una persona, tanto más necesita de la familia como el ámbito en el que, sin reservas ni trabas, puede dar y darse. Por encima de todo, la familia Respecto a semejantes verdades, la orientación de Juan Pablo II no puede ser más diáfana: «El hombre, por encima de toda actividad intelectual o social por alta que sea, encuentra su desarrollo pleno, su realización integral, su riqueza insustituible en la familia. Aquí, realmente, más que en cualquier otro campo de su vida, se juega el destino del hombre». Los padres pueden fácilmente caer en la cuenta de que equivocan el rumbo cuando —aun con la mejor de las voluntades— descuidan la atención directa e inmediata a los demás miembros de su familia, para dedicarse a otros menesteres, profesionales o sociales, en los que incluso alcanzan éxito absoluto. Porque ese triunfo no es capaz de ahogar la desazón íntima que les asalta siempre, en los momentos más humanos, por desatender el círculo familiar, en el que habrían de encontrar «su realización integral, su riqueza insustituible». Además de desatender al cónyuge, delegará en él la educación de los hijos o, cuando el otro consorte busque su propia realización fuera de casa, los encomendará a otras instituciones —colegio, club juvenil—, cuya misión es subsidiaria respecto a la de los padres y cuyo influjo eficaz en los chicos se torna limitado y epidérmico. Los padres deben ver con claridad que la familia resulta imprescindible para el íntegro desarrollo de sus hijos, porque en primer término lo es también para él o ella como cónyuge y como padre o madre. Un padre insatisfecho por no desarrollarse en plenitud dentro de su propio hogar, no puede aportar auténtica vida ni apoyo sólido a sus hijos, que en ese hogar encuentran también la principal palestra para su robustecimiento personal y la base ineludible para el despliegue enriquecedor en cualquier otra esfera de su vivir.

AMOR QUE SE DESBORDA

Centremos ahora nuestra atención en la necesidad que el padre y la madre tienen de la familia en función del crecimiento y la mejora de sus hijos. Con otras palabras: para cumplir sus deberes paternos, los componentes de un matrimonio no han de dirigir en primer lugar su atención hacia los hijos, sino hacia el otro cónyuge. Y la razón es muy simple: la primera —y casi única— cosa que un hijo necesita para ser educado es que sus padres se quieran entre sí. Se trata de una idea desarrollada con brillante sencillez por Carlos Llano: como la educación de los hijos no es sino la más genuina expresión del amor paterno, y como este amor no puede ser, a su vez, sino el despliegue del cariño entre los esposos, el que los cónyuges se amen de veras constituye la clave esencial, y casi el todo, de su misión dentro de la familia. La marcha de la familia, en cada uno de sus componentes, está definida, casi completamente, por el amor que se ofrenden los padres. La calidad del amor familiar —del paterno-filial y del fraterno— está determinada por las características y la categoría del hábitat que origina el cariño de los cónyuges. Fuera de ese ambiente es muy difícil, si no imposible, que un muchacho se desarrolle pertinentemente. Y el centro escolar o el club juvenil, a duras penas colmarán el déficit causado por el vacío de amor de los padres. Dentro de este contexto, me parecen concluyentes y luminosas las convicciones expresadas por Ugo Borghello: «Cuando se trae a un hijo al mundo, se contrae la obligación de hacerlo feliz. Para lograrlo […] existe sobre todo el deber de hacer feliz al cónyuge, incluso con todos sus defectos. Para ser felices, los hijos necesitan ver felices a sus padres. El hijo no es feliz cuando se lo inunda de caricias o de regalos, sino sólo cuando puede participar en el amor dichoso de los padres. Si la madre está peleada con el padre, aun cuando luego cubra de arrumacos a su hijo, éste experimentará una herida profunda: lo que quiere es participar en la familia, en el amor de los padres entre sí. En consecuencia, engendrar un hijo equivale a comprometerse a hacer feliz al cónyuge». El derecho esencial de los hijos Como consecuencia de ese querer recíproco, y apoyados en él, los padres podrán enderezar un afecto profundo y vigoroso hacia cada uno de los hijos.

¿Cuáles han de ser las características de tal amor?

De acuerdo con la ya clásica descripción aristotélica, se ama a una persona cuando se procura y se le ofrenda lo que es realmente bueno para ella. No lo que viene a suplir la falta de auténtica dedicación al ser querido, sino lo que efectivamente lo hace crecer, lo mejora, lo perfecciona. A este amor nuestros hijos tienen un derecho absoluto. Pero no tienen derecho, porque implicaría una falsificación del genuino cariño, ni al premio desmesurado por las buenas calificaciones, ni a la paga desmedida, ni a la moto o al coche cuando todavía no son responsables en otros ámbitos de su existencia, etcétera. Porque a lo único que éstos tienen derecho es ¡a nuestra propia persona! O, si se prefiere, a lo más personal de nosotros: a nuestro tiempo, dedicación, interés, a nuestro consejo, a nuestro diálogo, al ejercicio razonado de nuestra autoridad, a la fortaleza para no flaquear cuando —por obligación inderogable— hemos de hacerles sufrir para provocar su maduración, a nuestra intimidad personal, a introducirse efectivamente en nuestras vidas... Una hija que va creciendo —por ejemplo—, tiene derecho a que su padre le dé a conocer a su madre como mujer, a través de sus ojos de marido enamorado. Lo cual alimentará el cariño y la admiración de la joven por la madre, la confianza entre padre e hija; y también la preparará para su vida de relación con los chicos y su posible futuro como esposa y madre. De igual forma, desde muy pronto y más conforme pasan los años, los hijos severán enriquecidos cuando los hagamos partícipes de nuestros problemas personales no sólo en la medida en que estén capacitados para conocerlos, sino cuando sinceramente les pidamos su opinión y consejo. Esta rigurosa relación interpersonal, en la que, por expresarlo de algún modo, «bajamos la guardia», les es asimismo debida en justicia, por cuanto resulta imprescindible para su crecimiento eficaz. Todo lo que sea «intercambiar» esa entrega comprometida por regalos o concesiones irresponsables, equivale, en el sentido más fuerte y literal de la expresión, a comprar a nuestros hijos y, como consecuencia, a prostituirlos, tratándolos como cosas y no como personas. Esto, dicho sea de paso, destruye cualquier ambiente familiar, porque la lógica del «intercambio», del do ut des mercantilista e interesado, es lo más opuesto a la gratuidad del amor que debe imperar en el hogar. Confiar sin fingimientos Lo que el cariño hacia los hijos exige es que nos pongamos personalmente en juego, que estemos dispuestos a sufrir para poder amar y cumplir el cometido esencial que por naturaleza nos corresponde. Son muchísimas las personas que aseguran en la teoría y en la práctica esta ley fundamental: en la actual condición del ser humano, el sufrimiento, el dolor, es un medio imprescindible para purificar nuestro amor. Tenemos un ejemplo paradigmático en Jesucristo. Baste con añadir estas palabras de Juan Pablo II: «En la intención divina los sufrimientos están destinados a favorecer el crecimiento del amor y, por esto, a ennoblecer y enriquecer la existencia humana. El sufrimiento nunca es enviado por Dios con la finalidad de aplastar, ni disminuir a la persona humana o impedir su desarrollo. Tiene siempre la finalidad de elevar la calidad de su vida, estimulándola a una generosidad mayor». El proceso educativo, que es siempre fruto del amor, no puede concretarse sin una dosis de sufrimiento propio y ajeno. Ya que el amor —es una de las pocas verdades que entrevió claramente Freud— torna vulnerables a quienes aman. Todos los que nos movemos en estas lides sabemos bien que sin confianza recíproca, cualquier intento de formación es vano. Pero se nos escapa a veces que semejante crédito debe ser real, sin fisuras, y justamente con ese hijo que nos plantea más problemas y en los aspectos en que más deja qué desear. Ahí, precisamente, es donde hemos de depositar nuestra esperanza, sin fingimientos, confiando con toda el alma en que el chico o la chica, dispuesto a luchar con todas sus fuerzas, podrá vencer, con la ayuda de Dios y con nuestro pobre auxilio. Y si fracasa, nosotros fracasamos también con él; y, echando mano de nuestros mayores recursos, nos rehacemos del fracaso y del dolor, rehacemos al muchacho, y volvemos a depositar en él toda nuestra confianza, sincera y eficaz. Sólo en semejante clima, incompatible con la despreocupación «ocupadísima» de quien no encuentra tiempo más que para sus actividades personales, es posible el crecimiento de nuestra familia. Tanto en el interior del matrimonio como en las relaciones paterno-filiales, lo decisivo es «soportar», en el sentido vigorosamente solidario de servir de apoyo por amor. Es lo que, elevando con fuerza el punto de mira, expone san Josemaría Escrivá: «Si tuviera que dar un consejo a los padres —escribe—, les daría sobre todo éste: que vuestros hijos vean […] que procuráis vivir de acuerdo con vuestra fe, que Dios no está sólo en vuestros labios, que está en vuestras obras, que os esforzáis por ser sinceros y leales, que os queréis y que los queréis de veras. Es así como mejor contribuiréis a hacer de ellos cristianos verdaderos, hombres y mujeres íntegros, capaces de afrontar con espíritu abierto las situaciones que la vida les depare, de servir a sus conciudadanos y de contribuir a la solución de los grandes problemas de la humanidad, de llevar el testimonio de Cristo donde se encuentren más tarde, en la sociedad». EN EL NÚCLEO DEL NÚCLEO Un cambio de actitud personal... Insistamos, todos los problemas educativos son, en última instancia, cuestión de(falta de) buen amor. Así, resulta relativamente claro cómo debemos comportarnos ante las situaciones menos favorables que pudieran darse en el hogar: hemos de mirar, antes que nada, hacia nosotros mismos, hacia cada uno,para mejorar nuestra actitud, nuestras disposiciones y el calibre de nuestro querer. La resolución de cualquier dificultad familiar encuentra por lo regular su punto de partida y su motor insustituible en un cambio estrictamente personal, que trae como consecuencia una elevación en la categoría y enjundia del amor recíproco. Examinaremos el asunto sólo en lo relativo a la vida conyugal. Y, con el fin de arribar a un resultado satisfactorio, recordaré: a)que la esencia del matrimonio es el amor; b)que el momento resolutivo de todo amor es la entrega; y c)que esta se configura peculiar e intensamente entre los esposos, pues cada uno se ofrenda sin condiciones al otro, al tiempo que lo acoge sin reservas. Por tanto, la clave del éxito matrimonial consiste en liberarnos de las ligaduras que nos atan al propio yo, posibilitando una dádiva cabal y cada vez más intensa a nuestro cónyuge; y, a la par, en desprenderse y vaciarse de uno mismo para dar cabida en nuestro interior al ser querido. Lo sugiere con agudeza José Pedro Manglano: «Los encendidos sentimientos del amor-enamorado van remitiendo en la medida en que el antiguo "Yo" vuelve a manifestarse vivo y a reclamar sus "derechos" y preferencias, su egoísmo. En los primeros momentos, el yo se postraba y sometía voluntaria y alegremente ante el amado, pero pronto vuelve a levantarse. Parecía vencido y muerto por el arponazo del amor, pero resulta no estarlo tanto». Esa es la auténtica traba para el despliegue perfectivo y la felicidad del matrimonio y de la vida familiar: los presuntos «derechos del yo»; o, con expresión de san Josemaría Escrivá: «la soberbia», a la que califica como «el mayor enemigo de vuestro trato conyugal». Ahí, por tanto, debemos incidir cuando intentemos reformar el hogar. Se trata de un punto poco considerado, porque en las situaciones de crisis, y en los momentos menos dramáticos de roces o pequeñas incomprensiones cotidianas, lo instintivo es advertir los déficits de los demás, ignorando o poniendo entre paréntesis los propios. Por eso, conviene prestar atención a estas tres sensatas advertencias de Borghello: 1. «Ante cualquier dificultad en la vida de relación todos deberían saber que existe una única persona sobre la que cabe actuar para hacer que la situación mejore: ellos mismos. Y esto es siempre posible. De ordinario, sin embargo, se pretende que sea el otro cónyuge el que cambie y casi nunca se logra». 2.«Resulta decisivo tener una voluntad radical de don de sí al otro. A menudo los cónyuges juzgan y "miden" el amor del otro, el don del otro, perdiendo de esta manera el don de sí incondicionado. El don de sí sólo puede exigirse a uno mismo. El del cónyuge es un problema suyo, de saber amar. Pero no se logrará exigiéndoselo, sino creando un clima de donación». 3. «Es inútil y contraproducente pretender en nuestro interior que el otro o la otra cambien del modo en que yo lo digo y porque yo se lo digo. Cabe favorecer y ayudar la mejora, pero no "pretenderla". Lo que tenga que ocurrir ha de valorarlo el otro o la otra». El principio, por tanto, no puede presentarse más neto, y es el propio Borghello quien lo enuncia: «si quieres cambiar a tu cónyuge cambia tú primero en algo». Y explica: «Siempre existe algo [...] en que yo puedo mejorar. Por lo común basta que yo lo haga para que la otra persona también cambie. Si no sucediera así, después de algunos días de mudanza real por mi parte, es conveniente hablar [...] Lo importante, con el arte del diálogo, es que cada uno reconozca las propias deficiencias sin necesidad de encarnizarse en las de la pareja. Quien no haya jamás probado a modificar el propio modo de obrar para ayudar a los demás a hacerlo, basta que lo intente y advertirá de inmediato una mejoría perceptible»… y en ocasiones asombrosa. Se trata de un extremo aplicable no sólo a las situaciones más o menos complicadas, sino a todas aquellas que convierten nuestras casas —con expresión de san Josemaría— en ténticos «hogares luminosos y alegres». La médula de una vida familiar lograda está entretejida por multitud de costumbres gozosas, que sofocan los momentos de tirantez y los pequeños rifirrafes que nunca están del todo ausentes. Por ejemplo: los detalles, también materiales, que dan intimidad y relieve a los días de fiesta; los regalos de los más pequeños a los familiares cuando celebran sus santos o cumpleaños; etcétera. Esas y otras muchas tradiciones deben mantenerse para elevar progresivamente el tono de nuestros hogares. Y, cuando alguna de ellas parezca languidecer, es la propia reacción personal, con un compromiso ¡mío! más alegre y rejuvenecido, la que debe sacarla a flote. Y con esta última advertencia nos situamos de nuevo en lo que considero el núcleo de los núcleos de toda labor orientadora: comprender que la clave para superar 99% de los problemas del hogar consiste en empeñarse personalmente —¡cada uno!— por aquilatar la categoría de su amor; olvidándose de sí y poniendo en sordina los propios «derechos». Luchando por modificar nuestra conducta, haciendo más tersa y eficaz nuestra entrega, se enriquecerá antes que nada la vida conyugal y, potenciada por ella, la del conjunto de la familia; y, a la larga, la de la entera Humanidad. ...para transformar el mundo Casi en los inicios de su pontificado, en 1979, Juan Pablo II asentó este principio esclarecedor e incuestionable: «Cual es la familia, tal es la nación, porque tal es el hombre». Y hace también más de un lustro que me esfuerzo en mostrar que, en efecto, de lo que hagamos en el seno del hogar depende no ya la buena salud de nuestros respectivos países, sino la de la Humanidad en su conjunto. Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, más allá de los horrores que todos lamentamos, conllevan por fuerza algunas consecuencias positivas. Por una parte, muchísima gente de buena voluntad se ha sentido interpelada y se pregunta qué puede hacer, cada uno, para poner fin a una situación que ha mostrado su rostro más sombrío. Por otro lado, resulta cada vez más patente que los «recursos institucionales» —política, organismos públicos nacionales o internacionales, violencia más o menos controlada— son insuficientes para remediar una debacle que exige, por el contrario y urgentemente, una auténtica conversión de los corazones: de cada uno, de todos. Estimo, por eso, que el momento es muy oportuno para poner en primer plano lo que aquí he denominado el «núcleo» de la orientación familiar: que ennoblecer la calidad del propio amor, antes que nada en el interior del matrimonio, es importantísimo y goza de una eficacia insospechada para el perfeccionamiento de las relaciones entre todos los hombres. En tal sentido, resultan casi proféticas, y tremendamente operativas, las afirmaciones que Juan Pablo II hizo en uno de los jubileos de las familias: «Al ser humano no le bastan relaciones simplemente funcionales. Necesita relaciones interpersonales, llenas de interioridad, gratuidad y espíritu de oblación. Entre estas, es fundamental la que se realiza en la familia: no sólo en las relaciones entre los esposos, sino también entre ellos y sus hijos». Y añadió con el vigor y la penetración acostumbrados: «Toda la gran red de las relaciones humanas nace y se regenera continuamente a partir de la relación con la cual un hombre y una mujer se reconocen hechos el uno para el otro, y deciden unir sus existencias en un único proyecto de vida». Todas las relaciones. No sólo las del propio hogar, sino también —aunque no alcancemos a advertirlo, y aunque el proceso que lleve a ello sea largo y nunca definitivo— las que componen esa prolongación de la familia: el propio país y la entera Humanidad. Todo ello depende del acrisolamiento del amor conyugal; de lo que hagan con su cariño los esposos. Pero, por desgracia, el matrimonio no goza en nuestro tiempo de la buena salud que sería de desear. Considero, por tanto, que la principal misión de los orientadores consiste en hacer eco a la exhortación de la Familiaris consortio: «Familia, ¡sé lo que eres!»; y en traducirla en esta otra más concreta y exigente, dirigida a cada cónyuge: «¡sé tú el que eres!, y consigue, mediante una purificación de tu amor, hacer de tu matrimonio lo que por naturaleza está llamado a ser». Es la forma más rápida, eficaz y asequible, de contribuir a la felicidad de todos los hombres.
Tomás Melendo Granados Catedrático de Filosofía (Metafísica) Director de los Estudios Universitarios sobre la Familia Universidad de Málaga http://es.catholic.net/ligas/ligasframe.phtml?liga=http://www.masterenfamilias.com Comentarios al autor: mailto:tmelendo@masterenfamilias.com?subject=comentarios+desde+Catholic.net

EL TAPIZ DE CADA UNO

El tapiz de cada uno

Descubrir el otro lado de la vida

Pbro. José Martínez Colín

Un autor nos cuenta su experiencia de niño que le ayudó para llevar de buena manera cualquier suceso.

Relata que cuando era niño, su madre trabajaba mucho cosiendo. Él se sentaba en el suelo, miraba y preguntaba qué es lo que estaba haciendo. Ella le contestaba que estaba bordando.

Todos los días hacía la misma pregunta y ella le contestaba lo mismo. Como era pequeño, observaba su trabajo de una posición abajo de donde ella se encontraba sentada, y repetía: “Mamá, ¿que es lo que haces? Me parece que todo es muy confuso. Solo veo nudos e hilos de diferentes colores, largos, cortos... pero no entiendo nada”.

Ella sonreía y de manera amable le respondía: “Hijo, sal a jugar, y en cuanto termine mi trabajo yo te llamaré, te tomaré en mis brazos y dejaré que veas el trabajo desde mí posición”.

Pero él seguía preguntándose: “¿Por qué estaba todo tan lleno de nudos y de hilos enredados entre si? ¿Por qué no tenían una forma definida y tardaba tanto en terminar?”

Un día, cuando estaba jugando, ella le llamó. “Hijo, ven aquí, deja que te tome en mis brazos”.

Le tomó y le sorprendió al ver el bordado. “¡No me lo podía creer! ¡Lo que desde abajo parecía tan confuso, ahora desde arriba, se podía ver un paisaje maravilloso en donde cada color y cada hilo adquiría su sentido y belleza.”

Entonces ella le dijo: “Hijo, desde abajo mi bordado te parecía confuso y desordenado porque tú no veías que en la parte de arriba había un bello diseño... Pero, ahora, mirando el bordado desde mí posición, tu ya puedes ver qué es lo que yo he estado haciendo”.

2) Para pensar

Muchas veces nos podemos preguntar por el sentido que tienen tantos sucesos, y nos parecen confusos y desordenados, sinsentido. No entendemos qué está ocurriendo en nuestras vidas. Las cosas no encajan y parece que nada nos sale bien. Sucede que estamos mirando el reverso de la vida. Del otro lado, Dios sigue bordando…

Si preguntáramos a Dios, nos podría responder: “Estoy bordando tú vida, hijo mío”.

“Pero lo veo todo tan confuso... Padre, todo está desordenado. Hay muchos nudos, situaciones difíciles que no terminan y cosas buenas que pasan rápido. Los hilos son tan oscuros... ¿Por qué no son más brillantes?”

El Padre parece decir: “Hijo mío, ocúpate de tú trabajo, relájate... confía en mí. Yo haré mí trabajo. Un día, te llevaré en mis brazos, y entonces verás el plan perfecto de tu vida desde mí posición”.

3) Para vivir

Además de que el Señor va bordando nuestra vida, nosotros podemos contribuir poniendo lo que está de nuestra parte para que ese bordado salga bien.

A san Josemaría le motivaba también la idea de este tapiz que podemos hacer para el Señor. Invitaba a entregarle a Dios a diario nuestro esfuerzo por agradarle en cada cosa que, por lo regular, serán cosas pequeñas, pero que al hacerlas con amor a Dios se vuelven grandes: “Todo aquello en que intervenimos los pobrecitos hombres —hasta la santidad— es un tejido de pequeñas menudencias, que —según la rectitud de intención— pueden formar un tapiz espléndido de heroísmo o de bajeza, de virtudes o de pecados. Las gestas relatan siempre aventuras gigantescas, pero mezcladas con detalles caseros del héroe. —Ojalá tengas siempre en mucho —¡línea recta!— las cosas pequeñas” (Camino, 826).

(padrejosearticulos@gmail.com)

miércoles, 21 de noviembre de 2007

SE RUEGA ORACIONES POR ESTA INTENCIÓN


Comunidad de Madrid no dará licencia a Radio María A pesar de contar con cerca de un millón de oyentes y con una programación propia completa, diferenciada y educativa “Urgente: desde Radio María están pidiendo oraciones ya que hay muchas posibilidades y sospechas que la Comunidad de Madrid denegará la licencia. ¡No podemos permitir que nos la quiten!”. Este es uno de los miles de SMS que circulan estos días en ambientes católicos. ¿Qué es lo que pasa? La Comunidad de Madrid ya ha informado extraoficialmente a los responsables de Radio María que no recibirán ninguna de las 21 licencias que debe resolver en breve. “Todo lo que nos dicen es que todo muy bien, pero que el Gobierno sólo les ha dado 21 licencias”, lamenta el P. Esteban Munilla, director de Radio María. Tras varias prórrogas, la Comunidad de Madrid probablemente no resuelva sus licencias hasta pasadas las elecciones generales. De confirmarse esta información extraoficial, Radio María (RM) se quedaría sin la mitad de sus actuales oyentes madrileños actuales. La situación es la siguiente: RM tiene actualmente dos frecuencias en Madrid. La 90.7 que emite para el norte, “no está en pleito”, explica Munilla. Esta la compraron a un particular que la tenía inactiva por 365 millones de pesetas y ya sólo les faltan por pagar 20. La que sí está en pleito es la 96.9 que es la que tradicionalmente ha utilizado RM desde que naciera en España hace ahora nueve años. Actualmente están en situación de ‘alegalidad’, ya que la han utilizado durante todo este tiempo de una manera continuada y pacífica, porque se encontraba libre. Pero habida cuenta de la audiencia y del servicio educativo que realiza, parecería lógico que en pro del pluralismo informativo recibieran una de las 21 licencias en litigio. Pero parece que no será así. “Somos la única cadena diferente, distinta a todas las demás y estamos haciendo una labor educativa a largo plazo muy importante, pero parece que hay quien quiere réditos políticos inmediatos”, lamenta el P. Munilla. RM es una radio estatutariamente no comercial y por tanto no se encuentra dentro de la EGM. “Es una inversión inútil, prefiero invertir en repetidores”, señala su director. Así que no es fácil determinar la audiencia. Tan sólo un indicador: este sábado 17 se presentaron 910.902 firmas de apoyo a la campaña “un oyente, una firma” según el recuento cerrado el pasado miércoles 7 ante notario, para la entrega en la comunidad de Castilla la Mancha. “Estoy seguro de que llegaremos al millón en breve; esos son nuestros oyentes”, apunta Munilla. ¿Perfil? “Tenemos de todo: jóvenes, niños, mayores, enfermos, presos, es muy plural”. Pues bien, a esta radio plural, con casi un millón de oyentes en sus 160 postes, la Comunidad de Madrid parece querer negarle el pan y la sal. Por supuesto, sus responsables no piensan quedarse quietos. Además de la campaña “un oyente, una firma”, harán un acto público de entrega de las firmas tras una vigilia de oración. Pero es que además, el próximo 24 de noviembre las 54 RM existentes en todo el mundo emitirán en cadena una misa internacional para más de 22 millones de oyentes, en varios idiomas realizada desde España. Será una forma de manifestar la solidaridad de la red mundial de RM ante la situación que atraviesan en España. Y seguirán su campaña hasta que la Comunidad conozca la necesidad de RM para muchos oyentes. “Si no lo hace, que por lo menos sepa que no les saldrá gratis”, concluye el P. Munilla. Información general, religiosa y evangelizadora. Frente a los que algunos piensan, Radio María no es sólo una radio religiosa, sino también generalista. Los informativos de las 14,00 y de las 22,00 son de información general. En el caso del de mediodía, hay además una información regional de 14,30 a 14,45 para noticias autonómicas. “Damos información nacional, internacional y por supuesto, también religiosa”, explica su director, el P. Esteban Munilla. La programación de 24 horas diarias es 100% producción propia, aunque el Vaticano les ofrece una señal vía satélite para la retransmisión en directo del Ángelus. Además, cuentan con un corresponsal en el Vaticano, un carmelita que permanece atento a la realidad vaticana. “Realizamos 5 conexiones diarias con las diócesis para retransmitir el laudes, las vísperas, el ángelus, el rosario y la misa”. Una parrilla compleja de encajar de la que es responsable uno de los cinco profesionales contratados. En el espacio ‘La voz de los obispos’ ya han participado cerca de 45 prelados y tiene un espacio dedicado a la vida consagrada por donde pasan los obispos de esa comisión episcopal. ¿Y las noches? “Las noches hacemos programación para los alejados, para pescar”, señala el P. Munilla a lo sincero._________________ya no queda "ESPERANZA" para los 18.500 niños asesinados por el aborto en la Comunidad de Madrid, 2 cada hora. ¿O tal vez hay una "ALTERNATIVA"?

martes, 20 de noviembre de 2007

JESUS EL TESORO ESCONDIDO

: Déjate mirar por Jesús
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De: Alias de MSNGalilea7771 (Mensaje original)Enviado: 19/11/2007 8:25

DÉJATE MIRAR POR JESÚS

Un rey ofreció un premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. De todas las pinturas escogió dos. La primera era un lago tranquilo, donde se reflejaba el cielo y las montañas. La segunda representaba unas montañas escabrosas en las que se descargaba un impetuoso aguacero.


Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, él miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido…


El Rey escogió la segunda, porque, según el Rey “Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Ese es el verdadero significado de la paz”.


Los sentidos son importantes, para conseguir la paz y para encontrarse con el Señor. Según se usen bien o mal, pueden acarrear la felicidad o la desgracia. Entre los sentidos está el oído y la vista. Para tener paz, para encontrarse con el Señor, necesitamos tenerlos bien limpios y afilados.


Jesús es el Rey de la paz y el que lo acepta, consigue vivir en paz. El mismo dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” ( Ap 3, 20).


Cristo llama a nuestra puerta. Él quiere ser nuestro amigo, nuestro señor, nuestra fuerza y nuestra vida. En abrir o cerrar la puerta al Señor está el todo, pues si por miedo, por comodidad, por tener el oído ocupado en otras cosas no le abrimos, podemos privarnos de escuchar su mensaje, de gozar de su presencia. Claro, el dejarle entrar es un riesgo, ya que su presencia, al mismo tiempo que es engendradora de vida, es comprometedora.


A Pedro le habían enseñado a montar en bicicleta, a usar bien la vista. Sólo le habían dicho una regla: “mira adelante y pedalea”. Y Pedro lo hizo y le fue muy bien.


Santa Teresa de Avila recuerda cómo es la mirada de Jesús: “Mira que te mira amorosa y humildemente”. Él siempre mira con amor y te ama y te acepta como eres. Y mientras cierras los ojos puedes quedarte en silencio o repetir estas frases:


“A quien iremos; tú tienes palabras de vida…”.


“El Señor es mi luz y mi salvación…, ¿a quién temeré…? El Señor es la defensa de mi vida…, ¿quién me hará temblar…?


Hablamos de un Jesús Salvador al que apenas conocemos, amamos, sentimos y vivimos. Hablamos de un Jesús camino, luz, y vida, que aún está muy lejos de ser nuestro camino, nuestra luz y nuestra vida.


“Me llamáis Luz, y no me creéis.
Me llamáis Camino, y no me recorréis.
Me llamáis Vida, y no me deseáis.
Me llamáis Señor, y no me servís”. (Inscripción mural en la catedral de Lübeck, Alemania).


Jesús es la Paz, el Camino, la Verdad y la Vida. Quien lo acepta y recibe, quien le abre la puerta de su corazón, conseguirá la paz, la verdad y la vida.


Fr. Eusebio Gómez Navarro, OCD







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miércoles, 14 de noviembre de 2007

VIVE EL DÍA CON ALEGRÍA

VIVE EL DIA CON ALEGRIA

jueves, 15 de noviembre de 2007

OBJECIÓN DE CONCIENCIA

A EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

[PRESÉNTALA CUANTO ANTES]

VIVE CON ALEGRIA

Noticias Iglesia

(Benedicto XVI)

Hazte Oir

Horarios de Misa

Dona 1 plato de comida a un niño del Tercer Mundo

Películas

Vistazo a la Prensa

El Tiempo

Santo del día (Felicitar)

Santos: Alberto Magno, obispo y doctor, patrono de industrias químicas, droguerías, plásticos, etc.; Eugenio, Félix, Evodio, Escutario, Armentario, Aurelio, Benigno, Flaviano, Macuto, Leotadio, obispos; Leopoldo, confesor; Abibo, Segundo, Fidenciano, Varico, mártires.

PARA MEDITAR

Rezo por los periodistas que, a veces, se meten a profetas en lugar de limitarse a ser cronistas de la realidad. (Beato Juan XXIII)

PARA LEER

LIGERO DE EQUIPAJE:

En esta aventura de vivir, dispuestos a enfrentar cualquier terreno con tal de no perder el camino, más que correr y pasar por encima de todos para ser el primero en llegar, es mejor dar pasos cortos con pisadas firmes que van haciendo amigos y dejando huellas por los senderos en los que hemos de pasar.

Como todo viaje, es necesario un equipaje, que no se convierta en carga pesada que nos impida avanzar, nos llene de cansancios y algunas veces hasta de ganas de renunciar, por eso siempre es bueno revisar qué hemos venido cargando y acumulando, para saber que hay que dejar o que nos falta empacar.

Es hora de ir liberándonos de toneladas de presiones, complejos, culpas, miedos, heridas, cicatrices y rencores del presente y pasado, que con el paso del tiempo se van acrecentando; sacar de la maleta los pensamientos pesimistas y sentimientos negativos que nos van atando, y despojarnos de paradigmas, falsas creencias, que han hecho que los sueños y la fe se vayan mutilando. Y veremos como se va enderezando nuestro paso, y nos vamos haciendo como el viento más livianos, y que tanto peso que llevábamos sobre nuestras espaldas nos estaba estancando.

Hay que desistir de la pereza, la inconstancia y falta de perseverancia que nos acomoda en el facilismo que realmente no lleva a ningún lado; es mejor alimentarse de valor, fe y tenacidad, sólo así podremos siempre trascender y llegar más allá. Es mejor llenar la valija de sueños y esperanzas, confianza en el Amigazo fiel que sabe guiar y nunca nos va a fallar; incluir en los bolsillos la alegría y la paz interior para los momentos de dificultad, una sonrisa que por muy pequeña que sea siempre ilumina la más profunda oscuridad, la magia del niño interior que tenemos dentro, no la podemos dejar perder porque es la que nos hará sentir siempre que todo por muy difícil que parezca se puede alcanzar. Imposible no incluir en nuestra bolsa los recuerdos de todos nuestros seres queridos que a lo largo del camino hemos conocido, y no olvidar llevar el inventario de bendiciones que Dios a diario nos ha de regalar, intentar llenar con ella los vacíos que encontremos dentro del alma, para que no se acumulen en ella la soledad, baja autoestima, depresiones y angustias que nos torturan como piedras en el zapato y nos impiden avanzar.

Y así, revisando a diario nuestro equipaje, sabremos que es lo ligero y esencial para llevar en este viaje, y recorremos el camino experimentando que podremos ser feliz aunque tengamos que reír o llorar, puesto que la felicidad no es una meta, sino una manera de viajar.

Es el momento de rebuscar en tu mochila y así puedas detectar, que te falta incluir o de qué te debes liberar, para que te sientas ligero de equipaje y seguro al andar, sabiendo que con lo llevas todo es posible y llegarás a donde anhelas llegar.

EVANGELIO DEL DIA

El Reino de Dios está dentro de vosotros
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 20-25

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó:

-«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»

Dijo a sus discípulos:

-«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»

Palabra del Señor

Lecturas del Día

Comentario Evangelio

Hablar con Dios

Oraciones del día

FRASE DEL DIA

Se conoce mucho mejor el fondo del valle cuando se está en la cumbre de las montañas. Napoleón

CHISTE DEL DIA

La maestra en la escuela de Jaimito:

-A ver, mañana me traéis todos un objeto relacionado con la medicina.
Al día siguiente:

-A ver, Manolito, ¿qué has traído? .
-Pues unas tiritas señorita.
-A, muy bien, ¿quien te las ha dado?

-Mi mamá.
- ¿Y qué te ha dicho?

-Que sirve para curar las heridas y los golpes.
-Muy bien, Manolito. A ver, tu, Jaimito, ¿Que has traido?

-Una bombona de oxígeno.
-Ahhh, que bien, ¿quien te la ha dado?

-Mi abuelito, señorita.
- ¿Y que te ha dicho?

-Desgraciaoooooo, que me ahogoooooo ....

MI APORTACIÓN DEL DIA

Audiencia General

El Santo Padre pide leer la Biblia en sintonía con el Magisterio de la Iglesia

VATICANO, 14 Nov. 07 / 10:21 am (ACI).- Al continuar su catequesis iniciada la semana pasada sobre San Jerónimo, en la Audiencia General de hoy celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI subrayó que para el autor de la Vulgata "un criterio metodológico fundamental para la interpretación de las Escrituras, era la sintonía con el Magisterio de la Iglesia”.

Al respecto observó que “no podemos leer solos las Escrituras porque encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios. Solo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente con el ‘nosotros’ en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere decir”. En este contexto, Benedicto XVI recordó la frase de San Jerónimo: "Yo estoy con quien esté unido a la Cátedra de San Pedro".

Tras resaltar que este Padre de la Iglesia era un "enamorado de la Palabra de Dios" y "doctor eminente en la interpretación de las Sagradas Escrituras", el Pontífice destacó que la Biblia era para Jerónimo "estímulo y fuente de la vida cristiana para todas las situaciones y para cada persona. Leer la escritura es conversar con Dios".

San Jerónimo, prosiguió el Papa, "no se olvida del aspecto ético y a menudo reafirma el deber de concordar la vida con la Palabra divina. Una coherencia indispensable para todo cristiano y particularmente para el predicador, a fin de que sus acciones no contradigan sus palabras".

Para el santo, el Evangelio debe traducirse en actitud de caridad verdadera, porque en todo ser humano está presente la persona de Cristo" y concretiza: "Hay que vestir a Cristo en los pobres, visitarlo en los que sufren, nutrirlo en los que tienen hambre, cobijarlo en los que carecen de techo".

Finalmente, Benedicto XVI resaltó el aporte de San Jerónimo a la pedagogía cristiana, indicando que una de sus “principales intuiciones” fue la importancia que le dio a “una educación integral y sana desde la primera infancia y la exigencia del estudio para una formación humana más completa”.

OCIO

TRABALENGUAS

Yo gusto del gusto que gusta mi gusto,
si tu gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto,
qué disgusto se va a dar mi gusto,
al saber que tu gusto,
no gusta del gusto que gusta mi gusto.

SOLUCION A LA ADIVINANZA DE AYER

La Barba

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